
Fui a ver a Roger Waters en su gira pasada en que presentaba The Wall y era una situación alucinante: tuve la sensación de estar metido dentro de los discos, el sonido cuadrafónico que montó en Estadio Nacional fue lo más impresionante que he oido en mi vida. Se escuchaba fuerte, pero con una calibración y calidad que nunca antes había experimentado. Es un nuevo concepto de concierto, bien llamado "concierto de alta fidelidad".
A la gira de ahora en que presenta The Dark Side of The Moon - el album más vendido de la historia del rock y que tiene todo para dejar pegado a quien lo oiga, más aún en vivo - se suma la espectacularidad de la pantalla (cosa que en la anterior gira no destacaba) con animaciones (algunas provienen de la mítica presentación ante 300.000 personas de The Wall en Berlín 1990 luego de la caída del muro) y cerdos inflables volando.
Los altercados con Pink Floyd son un pequeño accidente nada más en la historia de Waters, que como genio creativo e inquieto, se cansó de sus lacónicos ex compañeros. Waters encarna gran parte del espíritu de Pink Floyd, lo que se acentúa en The Wall como autobiografía, pero también en la época de The Dark Side... de la mano de Money, Eclipse, Brain Damage, etc., compartiendo creditos en casi todas las otras canciones. Un gigante imperdible que nada tiene que envidiarle a la ex banda que por cosas de litigio se quedó con el nombre: Waters es el 90% de Pink Floyd.
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